Las circunstancias de vivir con otros pueden rastrearse hasta el principio de los tiempos y en ese viaje al fondo de la historia, quizás resulte factible averiguar de qué manera los humanos se han organizado para vivir y para no vivir juntos, También resultaría atractivo focalizar nuestras energías para indagar cómo los hombres decidieron en algún momento de aquella historia, diseñar un dispositivo inédito para educar sistemáticamente a las nuevas generaciones. Ello nos exigiría remontarnos a las postrimerías de la edad media y constatar por qué y cómo se tienden los cimientos de la educación moderna y de qué modo esta educación y las formas de convivir evolucionan. Ambas tareas resultan colosales y distantes de nuestras posibilidades.Por lo pronto deseamos subrayar que cuando emergen espacios sociales inéditos y específicos para que el aprendizaje y la enseñanza tengan lugar, esto es, cuando se instituyen las escuelas y colegios hace más de tres siglos inexorablemente se organizan modalidades diversas para regular la convivencia.En los umbrales de una nueva era histórica, posmodernidad o sobremodernidad, nos encontramos actuando profesionalmente al servicio de un sistema educacional que se transforma lenta y vertiginosamente.El paradigma que le dio sustento por tantos años sufre incertidumbres y pierde la eficacia de tiempos pasados.Diferentes paradigmas pugnan por instalarse y suscitan turbulencias, además de confusión. El tránsito del segundo al tercer milenio trae consigo inusuales formas de relacionarse y convivir para aprender y enseñar. En este libro se hacen referencia a nuevos y viejos problemas que importan a la convivencia escolar y sus vicisitudes.
