El mundo de Hegel fue el fundamento del mundo globalizado que vivimos hoy. El filósofo asiste a una era de cambios extraordinarios: la Revolución Industrial, los sucesos de París de 1789, la independencia de Estados Unidos. Pero es el avance incontenible del capital lo que concentra su atención, en especial por el poder disolvente que destila cuando se lo deja librado a su propia lógica.Hegel observa con estupor la inédita masa de pobres que genera el nuevo industrialismo. Y reclama un Estado que provea asistencia social y regule la economía a fin de evitar que el apetito de ganancia sin límites degrade a la sociedad y el orden político sucumba en el caos. Sigue en esto a una larga tradición económica alemana centrada en la institución de la policía cameralista poco analizada en los trabajos sobre Hegel que derivará en el estado de bienestar posterior.El proyecto hegeliano apunta a demostrar por qué la economía debe supeditarse a la política. En rigor, su problema sigue siendo el nuestro. No se trata sólo de cómo producir más y mejor sino de cómo evitar la exclusión. En su visión, la pobreza no se debe al mal funcionamiento del mercado antes bien, es efecto de su propia dinámica.Acontecimientos que afectan ahora al planeta entero la crisis financiera global, la concentración de la riqueza, el desempleo estructural, la división más marcada entre naciones pobres y ricas, los estallidos populares llevan las mismas huellas dactilares de aquellos procesos iniciales que Hegel analizó y describió como ningún otro pensador de su generación, según se muestra en este libro. Todo esto es lo que potencia hoy más que nunca la lectura de su filosofía económica y lo que revela su fecunda actualidad.
