Está el mundo que habitamos todos los días y está, casi fuera de él, el mundo de David Voloj. En el mundo Voloj, los nenes comen chicles ya masticados que levantan del piso y hacen plata arrancándoles los dientes a sus compañeritos de clase, todos con el beneplácito y aun la admiración de sus padres. En el Mundo Voloj los familiares del novio se reúnen para comentar lo buena que está la novia en presencia de ambos y las parejas pasan sus vacaciones proponiendo, discutiendo y rechazando la posibilidad de irse de vacaciones. En el Mundo Voloj la nueva novia de papá no hace ningún esfuerzo por conquistar a su hijastra y el nuevo tipo de mamá termina en cana por hacerse pasar por Papá Noel, hay un tío que se lleva a sus sobrinitos a profanar tumbas y una abuelita que se carga, ella solita, a una banda de narcos. Dentro de esta realidad estirada al máximo, pero que no llega nunca a romperse del todo, los catorce relatos de este libro exploran, con una alta cuota de humor y sagacidad, la mirada infantil sobre los adultos y la no menos descarnada de los adultos sobre los pequeños, la del que es extranjero en su tierra y un poco local en la ajena. Asumiendo las perspectivas más diversas con igual destreza, la prosa diáfana y exacta de David Voloj nos pone en contacto con su mundo paralelo, suplente, aunque listo para tomar el sitio del titular cuando menos lo pensamos.
