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¿Qué sucede con alguien que cree que el destino de su equipo de fútbol es su propio destino? ¿Cómo se sobrevive a la desgracia en cierto modo autoinfligida, en cierto modo inevitable herencia de ser hincha? ¿ Y si encima se trata de un equipo chico? ¿Se puede convivir con una pareja, tener sexo, cuidar a una hija, trabajar, mientras crece dentro del cuerpo, al ritmo de triunfos efímeros y derrotas destructivas, un monstruo ingobernable? ¿De qué se trata esa enajenación? ¿Cómo preserva su filosofía moral una persona cuando la horda a la que entrega su individualidad es fascista, patriarcal y violenta? ¿Es una posibilidad considerarse normal o común y gritar, convencido, los vamos a matar a todos, sin dejar de sonreír y saltar? ¿Un hincha se escapa alguna vez de la trampa de ser hincha? Y al revés, ¿cómo se sobrevive a la desgracia de no ser hincha y de aceptar la realidad sin otro destino que las circunstancias propias?Mezcla de confesiones personales, descripción de un modo de sentir el fútbol y de la vida en Buenos Aires a caballo entre los siglos XX y XXI, Mi gran equipo chico es como un Fiebre en las gradas, pero mejor: porteño , pendenciero, y del bohemio.Una obra imprescindible para que quienes sufren del mismo mal sean del equipo que fuesen se vean acompañados en su desgracia y para que todos a quienes rodean al sujeto puedan entender un poco más el origen de sus preocupaciones, desvelos, cábalas e inconcebibles arrebatos de calentura.
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