Salí del mercado turbado. Afuera el aire contenía más moléculas de agua que a la mañana. Las calles se fueron humedeciendo como si la llovizna naciera de sus poros, hasta que se hizo más constante y fue imposible seguir ignorándola. Me puse los auriculares y me calmé. Después Javier tuvo que llamar. Yo sabía que era una estupidez robar carne. Aunque me parecía buena idea si lo hacía otro. Me parecía buena idea para arrancarLlegada cierta edad, la supervivencia deja de ser algo abstracto para convertirse en una obsesión, algo que aparece cuando las papas queman, una capa que l igual que el frío o la transpiraciónse adhiere al cuerpo en señal de alerta. Con la ayuda de un grupo de amigos, a través de trabajos temporales y negocios que rozan lo ilegal, el protagonista de esta novela va en busca de una idea que lo salve, que lo ubique en una zona geográfica y social diferente, un plan para cambiar nuestras vidas según su propia promesa.Santiago Olagaray escribió un Bildungsroman para hablar de la épica que tarde o temprano salpica a los perdedores, unos personajes con sentido del humor hasta las situaciones límite. Como en la película Cuenta conmigo o The Body, para los fanáticos del papel, Dos años sabáticos muy bravos nos hace partícipes de las aventuras de sujetos reconocibles y entrañables, pero acá ya no son preadolescentes, sino adultos que intentan parar la olla. No hay encuentros con linternas en casas de árboles, sino bodegones y restaurantes de Córdoba en los que hablar de algo importante: cómo carajo salir del vacío de la vida, cómo pasar a otra fase, cómo cruzar el alambrado para empezar a jugar en Primera de una vez por todas.José Heinz
