Poesía: algo que asusta a la mayoría de los lectores. Y creo que, la mayor parte de las veces, con razón. Porque la poesía suele ser un aburrido soliloquio que cada autor escribe para sí mismo, sin penetrar verdaderamente en temas comunes a las personas y al tiempo que viven. En cambio, este libro de poemas está en el extremo opuesto: poesía de nivel, con alto manejo del lenguaje, con metáforas en algunos casos sorprendentes, y sin embargo... legible, agradable, comprensible y, sobre todo, que produce identificación. Los poemas de Barron hablan de la vida cotidiana, de las relaciones, del mundo real, y el lector puede no sólo identificarse sino pelearse con el poeta cuando no coincide con su visión de determinada situación humana, porque la escritura misma propone ese diálogo abierto y productivo. Son textos que no dejan afuera al lector, todo lo contrario, lo invitan a la reflexión, el brindis o la discusión, pero de igual a igual, si bien, como ya mencioné antes, tienen un nivel estético y literario muy alto. En esa combinación que parece casi imposible alta calidad artística y comunicación directa con el lector reside la originalidad y el valor de este poemario pleno además de humor e ironía. Es poesía para todos, sin hablar nunca de lugares comunes ni plantear temáticas políticamente correctas más bien al revés en la mayoría de los casos. En mi opinión, casi un milagro en un ámbito tan alejado de lo real y cotidiano como lo es el de la poesía. Un libro que salta las vallas y rompe la distancia entre poeta y lector. Un placer.
