Hurgar en la propia conciencia, revolver el altillode la memoria, sacar a la luz deseos y oscuridades, es siempre una tarea riesgosa. La literatura la asume, aún sin proponérselo, cada vez que un talentoso escritor se interna en la tierra baldía, en los desiertos o en los vergeles, con la sospecha de que nada es lo que parece ser.Como en la fábula de Lewis Carroll, los protagonistas de las dos premiadas novelas de Fernando López reunidas en este tomo juegan a que sus imágenes en los espejos no sean ellos mismos, a que los fantasmas puedan regresar impunes y contar lo sucedido como una aventura más.El precio de ambas incursiones será alto. En Odisea del Cangrejo, a partir de la búsqueda de una joven mujer, y en Arde aún sobre los años, narrando la compulsión casi suicida de documentar el horror, Fernando López va al encuentro de lo inasible, de lo inexplorado, con un lenguaje tan contenido y cotidiano como explosivo en inolvidables escenas de pasión y de ausencias.Experimentado cultor de novela negra, el autor sostiene sus tramas sin dar respiro al lector, le impide cerrar el libro antes de la última página. Los reconocimientos a su labor l premio Casa de las Américas, entre otros prestigiosos galardones, como su condición de finalista en el Planeta y tal vez su antigua profesión de juez, habilitan a confiar en estos espejos, aunque la imagen que nos devuelvan no sean todo lo armoniosas que esperamos de ellas, simplemente porque, con su literatura, Fernando revela como pocos los entresijos de la condición humana.
