Aunque parezca extraño, estas páginas, escritas en íntimoádiálogo entre colegas dotados con experienciasáricas, conforman, también, un libro para principiantes,áporque las guía la certidumbre de que la mente progresaáy para nada sirve recorrer caminos perimidos. En Juvenilia, de Miguel Cané, el lector se entera de queáel teorema de Pitágoras se enseñaba, en aquella época, aálos alumnos del quinto año del colegio secundario tiempoádespués, se aprendía en el primer año, pero hoy se da lamentablementeáno en la Argentina en la escuela primaria. Esa es la idea que transmite el autor desde el comienzoáy que abordó asimismo en la inauguración y en el cierre deláciclo lectivo de 2022 de la Fundación Luis Chiozza, dondeáresentóases para una teoría coherente Allí procurabaáexponer lo que le parecía medular dentro del psicoanálisisáy, al mismo tiempo, reconocer que otras teorías eran respetablesáy que, entre el cúmulo de concordancias y discrepancias,áera posible colaborar, es decir, trabajar en conjunto,ácuando se compartía un suficiente núcleo teórico. En Psicoanalizar. Arte y teoría, se transmite, entonces,áel convencimiento de que las distintas tapasdel arte y laátécnica de psicoanalizar, que en diferentes épocas se hanárecorrido, constituyen experiencias enriquecedoras queácontinúan vivas, configurando un caudal apreciable. Desde esa riqueza, surgen, en cada colega y frente a los avataresáde cada tratamiento, recursos valiosos que ayudan a anteneráel rumbocuando la tormenta arrecia.
