En su brevedad y deli9zadeza, Muriel y los peces se abre a muchos asuntos, pero narra sobre todo la relación entre dos niñas en el umbral de ingreso a la adolescencia y su reencuentro en la juventud bajo un erotismo que, anclado en la brutalidad y la belleza del campo, lo embebe todo. La melancolía que Virginia Beccar Canelo imprime a las palabras deposita a su escritura en el borde de lo poético, sin que le relato pierda ni por un momento la fluidez narativa. Aunque no podr precisar muy bien en quconsiste esa melancol, me inclino a pensar que, más que a los asuntos, se debe al uso de la lengua, marcada por la llanura y la inmigracón de las que la autora proviene y en las que sin dudas abrevo su experiencia. Es el suyo un mundo muy femenino no tanto porque hable de mujeres, sino sobre todo porque se ocupa de lo mínimo con una sutileza infrecuente. Aquí lo íntimo está lleno de misterio: las formas del abandono, la decepción que pone fin a la infrancia, la profunda soledad de los seres humanos y la innombrable ncesidad de amor para que el dolor de vivir pueda eclipsarse. Hace tiempo que leo a Virginia mucho antes que empezara a publicar quien ahora nos ofrece esta novela preciosa, con ecos de Duras, que me encantó relees y que me hubiera gustado escribir.María Teresa Andruetto
